Berat y Gjirokastra son dos joyas arquitectónicas del período Otomano en Albania. En el corazón de Albania, las ciudades de Berat y Gjirokastra emergen como ejemplares inigualables de la arquitectura característica de la era otomana. Estas ciudades, con su historia rica y diversa, han sido escenario de la convivencia de distintas comunidades religiosas y culturales a través de los siglos. Berat, conocida por su imponente castillo, la Kala, cuyos cimientos se remontan al siglo IV a.C. y fue mayormente construido en el siglo XIII, es un vivo testimonio de la historia. Rodeada de iglesias bizantinas del siglo XIII y mezquitas otomanas, Berat narra la coexistencia pacífica de diferentes fes desde 1417. Más al sur, en el valle del río Drinos, se encuentra Gjirokastra, famosa por sus singulares casas de dos pisos del siglo XVII.
La ciudad conserva un bazar vibrante, una mezquita del siglo XVIII y dos iglesias contemporáneas a esta, cada rincón revelando capítulos del pasado. Ambos centros históricos, fortificados y maravillosamente preservados, han sido testigos de la evolución humana desde la antigüedad hasta nuestros días. Situadas cerca una de la otra, Berat y Gjirokastra son un reflejo de la riqueza y diversidad del legado urbano y arquitectónico de los Balcanes. Estas ciudades no solo destacan por su arquitectura; también narran historias de un modo de vida influenciado por las tradiciones islámicas durante el dominio otomano, todo mientras conservan y respetan las tradiciones cristianas ortodoxas.
Este mosaico cultural ha permitido el desarrollo espiritual y cultural continuo, especialmente notable en Berat. Gjirokastra, construida por terratenientes prominentes, se caracteriza por sus casas con torres, típicas de la región balcánica. Este diseño arquitectónico es visible en ejemplos notables que datan del siglo XVII, así como en construcciones más elaboradas del siglo XIX. Por otro lado, Berat refleja una tradición de vivienda vernácula de los Balcanes, con ejemplos que predominan desde finales del siglo XVIII hasta el siglo XIX. Estas viviendas, adaptadas a los estilos de vida urbanos, presentan una disposición horizontal que maximiza el uso de la luz natural, creando un ambiente acogedor y luminoso. Berat y Gjirokastra no solo ofrecen un testimonio excepcional de la diversidad de las sociedades urbanas en los Balcanes y de estilos de vida casi desaparecidos, sino que también destacan por representar la convivencia de diferentes culturas y religiones, especialmente entre la comunidad cristiana en Berat.
A pesar de los desafíos, como las construcciones ilegales en los años 90, la integridad y autenticidad de estas ciudades se mantienen, gracias a esfuerzos continuos de preservación. Es fundamental intensificar la gestión de la conservación, siguiendo los estándares internacionales más elevados, para proteger y valorar su Valor Universal Excepcional. Con planes de gestión activos y una autoridad de coordinación dedicada, se promueve una política de conservación que asegura el respeto y la preservación de estos centros urbanos históricos, garantizando que Berat y Gjirokastra continúen siendo testimonios vivientes de la rica y diversa herencia cultural de los Balcanes para las generaciones futuras.